Excelencia nace como una necesidad imperiosa de actualizar a la luz de la Palabra nuestra manera de realizar la misión, la administración, nuestro compromiso personal y la edificación de nuestros espacios de reunión. Cuatro aspectos que tenemos que revisar con espíritu recto, crítico y sin prejuicios.
En el renglón misionologico tenemos que aceptar que, si bien no nos hemos estancado numéricamente, en realidad hemos avanzado muy lentamente como consecuencia, entre otras cosas, por la falta de formación de nuestras congregaciones; indiferencia, tibieza, rutina o conformismo de nuestros pastores, o por la falta de un proyecto misionológico orientador, por lo que hemos propuesto un proyecto de misiones integral que incluye cinco propósitos: evangelización, adoración, comunión, discipulado y misión, buscando la salud de la Iglesia para que se desarrolle y crezca de manera natural.
Ahora bien, impulsar un proyecto exclusivamente para el crecimiento numérico que conlleva a la obtención de mayores recursos económicos a todos los niveles, sin revisar críticamente la manera en que se gastan y se distribuyen estos recursos, es evadir una responsabilidad que tenemos con Dios como administradores de sus bienes.
La Iglesia Apostólica siempre ha sido seria en el manejo de los dineros que sus fieles le entregan, pero hay que ser más rigurosos aún, en la rectitud y transferencia del manejo de estos recursos, sobre todo en estos momentos en que vemos con tristeza la manera que movimientos seudo cristianos utilizan la fe para explotar la conciencia religiosa de los más débiles, sacando ventaja de su sufrimiento emocional o corporal.
Pero obviamente no podrá haber excelencia misionológica ni administrativa si no hay excelencia personal. No se trata tan sólo de ser muchos (aunque hay que buscarlo pues el Señor murió para salvar al mundo), se trata además de estar comprometidos con el estilo de vida que demanda el Señor en su Palabra, por lo que hay que buscar vivir de acuerdo a los valores morales y espirituales contenidos en la Biblia. Esto es muy importante porque si impulsar un proyecto de crecimiento numérico sin transparencia administrativa, responsable y honesta puede resultar en un momento dado en fraude económico, impulsar tal proyecto donde a los conversos se les demanda un nuevo y limpio estilo de vida sin buscar nosotros la excelencia personal podríamos caer en fraude moral corriendo el riesgo de ser desconocidos por el Señor en aquel día.
Este objetivo o propósito particular de excelencia personal está en proceso de elaboración ya que en el año 2001 trabajamos en el proyecto de excelencia misionológica y en el presente año (2002) trabajaremos en la instrumentación del propósito particular de excelencia administrativa. Los otros dos propósitos particulares los atenderemos el 2003 y 2004.
Por último debemos dar atención a los espacios de reunión que son un instrumento útil para el cumplimiento de la misión y que dan testimonio a la comunidad de quiénes somos los hijos de Dios.
Tengamos presente que nosotros no somos sólo una propuesta religiosa, somos además una propuesta social, somos una propuesta de orden personal, familiar y social en el marco de la paz, la justicia y la libertad.
